La Medicina Intensiva es una especialidad médica hospitalaria, creada en 1978 con el propósito de atender a los pacientes que presentan una situación clínica que, siendo potencialmente reversible, pone en compromiso real o potencial su vida. Los médicos intensivistas nos formamos por vía MIR durante un periodo de 5 años, y atendemos a este tipo de paciente fundamentalmente, pero no exclusivamente, en la Unidad de Cuidados Intensivos.
La atención que ofrecemos es muy variada y comprende pacientes con problemas médicos (infecciones graves, descompensaciones agudas de enfermedades crónicas, pancreatitis…), patologías coronarias (infarto agudo de miocardio, alteraciones graves del ritmo cardiaco…), recuperaciones tras una cirugía programada o urgente, incluido el trasplante de órganos, traumatismos severos, quemaduras extensas…
En los servicios de Medicina Intensiva se realiza un manejo integral del paciente. Para ello, creamos un clima de seguridad que minimice los daños potenciales que nuestra atención pueda ocasionar al paciente. Muchas de nuestras intervenciones sobre el paciente precisan de invasión de su medio interno, rompemos varias barreras y mecanismos de defensa contra agresiones externas (piel, comunicación de órganos internos con el exterior de forma directa: sonda vesical, sonda nasogástrica, tubo orotraqueal…). El paciente se encuentra en una situación muy vulnerable por la propia enfermedad que le provoca el ingreso. Las actuaciones necesarias para conseguir su curación incrementan esa vulnerabilidad. Por ello, el riesgo de sufrir complicaciones es muy elevado. Mecanismos de control de este riesgo son necesarios para conseguir una evolución positiva de los pacientes. La creación de un clima de seguridad en el entorno del paciente es un punto clave en la atención en los servicios de Medicina Intensiva. Por ello, desarrollamos, colaboramos e implantamos proyectos para mejorar la seguridad de los pacientes dentro y fuera de las UCIs.
Esta es la composicion de nuestra Junta Directiva.